#02 Strangers (Daylee) +18

POV Kaylee

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Me pesan los ojos, la sensación de los rayos del sol tocando mi piel, hacen que sienta un poco de calor en medio de la cama vacía que ha dejado ella.

Abro los ojos viendo el techo blanco y sin ningún chiste. Pasó la mano por el colchón conociendo la respuesta a la pregunta que no me debería de formular, sabía en qué me estaba metiendo cuando acepté, pero es tan hermosa que no puede decir que no.

Está frío el lugar donde ella estaba, dejando una leve esencia que apenas puedo percibir cuando paso mi nariz por la almohada que usó por poco tiempo.

Los recuerdos vienen a mí como una ráfaga que no puedo parar, sus manos tocando mi piel, dejando rastro de lo que pasaba en estas cuatro paredes y que nadie más puede saber.

Aún recuerdo sus palabras cuando intenté saber a dónde nos llevaría todo esto.

"No somos amantes, solo somos extrañas, recuérdalo"

¿Cómo olvidar una frase que constantemente se repite? Especialmente cuando intentas besar esos labios que conocen tu piel mejor que tú.

Suelto un suspiro por la situación en la que me metí, tal vez debería romper esto que tenemos, pero es imposible decirle que no a esos ojos azules tan hipnotizantes, menos cuando se presenta en medio de la noche, besando cada una de mis debilidades.

Pasó la punta de mi lengua por mis labios intentando captar algún indicio de que ella estuvo aquí, al encontrarlo me decepcionó, al saber que ella nunca será mía, solo estamos juntas porque queremos sentir algo.

Ella mi piel y yo amada.

Me levanto de mi cama, teniendo mis sábanas cubriendo mi desnudes, miro el reloj de mi buro, dándome cuenta de que es hora de ir a clase.

Corro directo hacia mi armario, tomo lo primero que encuentro, para pocos minutos dirigirme hacia la regadera, dejando que el agua corra mientras mis pensamientos están más nublados que nunca.

—Debo haber cruzado una línea, debo haber perdido la cabeza. —Me digo intentando encontrar la razón dentro de mí, pero mi corazón lucha con mi mente.

Mi corazón que constantemente extraña la idea de una eternidad junto a ella, pero que se rompe cuando choca con la realidad de que solo somos extrañas antes los ojos de la sociedad.

—Es mejor intentar olvidarla. —Esta vez espero que mis palabras hagan entrar en razón a ese órgano que palpita rápidamente cada vez que la ve.

Sonrió con un deje de tristeza, pero con una idea en mente, que pienso llevar a cabo en el momento en que estemos a solas. Necesitaba pensar en mí, si es que quiero salir viva de esto.

Cada minuto que paso entre mi departamento y la universidad, se sintió como si estuviera en piloto automático, el cual se desactivó al verla sonriendo en medio de las mesas del patio de la escuela.

Quería acercarme, terminar con todo esto, pero una de las reglas era que nadie debía saber de nosotras, ni siquiera nuestros amigos, regla que ya rompí al contárselo a mi hermana.

Aún recuerdo, la discusión que tuvimos, ella queriendo cuidarme de un corazón roto y yo terca deslumbrada por esa sonrisa carmesí.

Ella dando razones coherentes para hacerme saber que todo iba a acabar mal y yo callándome para no decirle que estaba en lo correcto.

Como quisiera decirle que ella ya no me miraba a los ojos, no podía soportar ver en su rostro lo asustada que estaba por ver algo que no le gustará. Como odio que evite mi mirada.

Salgo de mis pensamientos, cuando siento que alguien se sienta enfrente de mí tapándome la maravillosa vista que tenía de Danielle con sus amigos.

No queriendo parecer grosera, intento darle toda mi intención a la chica rubia que apenas conocía, pero que era mi compañera de clases, quien llegó de intercambio y que al parecer encontró a alguien confiable en mí.

—¿Qué miras, extraña? —Quise darle una sonrisa, pero en lugar de eso salió una mueca al escuchar esa palabra que me ha estado perturbando.

—Nada importante, Jaz. —Esperé que mi tono de voz sonara convincente, por un momento pensé que no había funcionado por la forma en que me miraba, pero si lo noto, lo dejo pasar.

—Te enteraste de que el profesor de literatura fue despedido. —Por un momento agradecí el cambio de tema, necesitaba enfocarme en otras cosas y no en mis problemas amorosos, tal vez poner mi atención en la vida de otros sea más fácil.

—Escuche algo, pero no sé si sea cierto. —Apenas dije, después de todo el rumor estaba por toda la escuela.

—Al parecer lo descubrieron saliendo con una alumna. —Asentí sabiendo que desde hace meses un rumor se esparcía por la escuela sobre el chico extraño que recogió a mi compañera en aquella fiesta, un chico con apariencia un poco mayor para ella.

—Sinceramente a mí me da igual. —Tome mi mochila, recordando que debía entregará una tarea atrasada—. Los dos son suficientemente mayorcitos como para saber en qué se estaban metiendo. —Cuantas veces me he dicho esas palabras para intentar sentirme bien con mi casi inexistente relación con Danielle.

Intentó deshacer esos pensamientos de mi mente, enfocándome en otras cosas, suelto un suspiro de alivio al encontrar las hojas en medio de mis libros.

—Tienes razón, pero algunas veces los chismes son más entretenidos que mi propia vida. —Escucho como ríe, provocando que también lo haga, especialmente porque tiene una risa contagiosa—. Te dejo, tengo clase en menos de diez minutos. —Veo como mete su celular en uno de los bolsillos delanteros de sus jeans.

Solo le sonrió y asiento, sabiendo que yo también tenía cosas que hacer. —Yo tengo que dejar esto. —Saco las hojas de mi mochila y las muevo de un lado a otro para que vea que es—. Con el profesor Williams —comento para que entienda que estoy en problemas.

—Suerte, espero que no te use como su asistente por entregar la tarea tarde. —También esperaba lo mismo, Williams era conocido por darle trabajo extra a sus estudiantes como castigo por no atender a sus deberes.

—Espero que se le olvide. —La chica me sonrió y con sus hombros me dio a entender que ella tampoco sabía si ese futuro podía ser cierto.

Me levanto de donde estaba sentada, viendo como ella hace lo mismo, me acerco a ella, para darle un beso en la mejilla como despedida, pensé que la rubia haría lo mismo, pero lo que hizo me sorprendió.

Dejó un beso demasiado cerca de la comisura de mis labios, apenas se separó me dio una sonrisa coqueta, lo cual me indicaba que lo había hecho con toda la intención. Estaba completamente segura de que desde otra perspectiva podría malinterpretarse, pero a quién le importaba.

Veo como se aleja de mí, dejándome completamente confundida por lo que acababa de pasar, tenía demasiados problemas como para agregar uno más, esperando que mi cabeza dejara de pensar, me cuelgo mi mochila en el hombro.

Entró a los pasillos del edificio de mi facultad, los cuales estaban vacíos, posiblemente por la hora que era, la mayoría deberían estar en clases o vagando por las instalaciones exteriores esperando alguna clase.

Escucho como unos pasos suenan por los pasillos, no le doy importancia, podría ser cualquiera, pero cuál fue mi sorpresa cuando siento que me jalan de mi brazo, acorralándome directamente entre una pared y la persona que había cometido tal hecho.

—Eres mía. —Apenas me dio tiempo de reaccionar cuando siento esos labios, que tanto extrañaba y que por tanto tiempo se me negaron.

Sentía desespero en esos labios cálidos, excepto que al mismo tiempo eran suaves. Estaba dejándome llevar por lo que tanto anhelaba, pero un toque de cordura me hizo entrar en razón, no sé de dónde saqué la voluntad para poner mis manos en su pecho alejándola de mí.

—No lo soy, tú lo dejaste muy en claro. —Paso mi lengua por mis labios, sintiendo el hormigueo de lo que había pasado hace unos segundos. Con desespero paso mi mano por mi cabello castaño—. No somos amantes, solo somos extrañas ¿Lo recuerdas?

Apenas puedo decir esas palabras sin que mi voz falle en el intento.

Sé que lo que le acabo de decir le dolió más de lo que pensaba, en su rostro se reflejaba el arrepentimiento. —¡Me equivoque! —En sus expresiones puedo distinguir desesperación, pero no sabía si creerle—. Soy una tonta, solo no quería salir lastimada, pero paso todo lo contrario.

Es la primera vez que puedo ver a través de esos ojos azules, en ellos hay miedo y anhelo, pero yo también sentía temor.

—Me enamore de ti. —Tomó mi rostro entre sus manos, dejando pequeñas caricias en mis mejillas.

—Perdón, pero no puedo creerte. —Siento como una lágrima traidora sale de mis ojos, mi vista se nubla al invadirme todos los sentimientos que estaba guardando. Las lágrimas que se habían escapado son limpiadas por los dedos de Danielle.

—Déjame demostrártelo, Kaylee. —Mis manos tiemblan por la indecisión que recorre mi cuerpo. La chica pelirroja enfrente mía, quita una de sus manos de mi mejilla, permitiendo que la calidez que hubo ahí se convirtiera en una sensación fría. Su mano toma la mía, intentando reafirmar lo que con palabras no podía decir—. Solo dame una oportunidad más, déjame amarte como debí haberlo hecho desde un principio.

Dentro de mí había una lucha entre mi cabeza y mi corazón, siendo este último el ganador, sabía que me iba a arrepentir si esto no salía como esperaba.

Asiento, sin poder pronunciar palabra alguna, con esperanza que esta fuera mi realidad.

Danielle me sonríe con esperanza de que todo esto se pueda solucionar, toma mi mochila y la pasa por su hombro. Siento como toma mi mano entrelazando nuestros dedos, creando una sensación que nunca había experimentado, poniéndome nerviosa por el significado que podía tener.

La sigo sin cuestionar a donde vamos, pienso que, si digo tan solo una palabra, mi cabeza encontrará la forma de hacer que me arrepienta.

Caminamos hasta llegar a un edificio cerca de la universidad. Tomamos el elevador en completo silencio, no era un silencio incómodo, pero tampoco estaba completamente segura de que fuera lo contrario.

El sonido de la caja de metal hace que nos movamos. Al salir nos topamos con una puerta de madera con unos enormes números cubiertos con un dorado brillante, colocando el número veintitrés, ella se coloca enfrente, buscando algo en sus bolsillos, todo indicaba que era el departamento de Danielle.

Ella abre la puerta dejando que pase primero, miró por primera vez su departamento, el cual nunca me dejo conocer hasta este momento. Para ella era más fácil salir huyendo después del sexo, evitando crear un ambiente más íntimo.

Mientras miraba una de las fotografías que tenía en la pared, siento cómo toman mi mano, llamando inmediatamente mi atención, topándome con esos ojos azules que han sido mi mayor maldición, pero al mismo tiempo una gran bendición.

En silencio, me guía por el pasillo hasta llegar a una de las puertas que al abrirla me doy cuenta de que es su cuarto, el cual me muestra una personalidad que Danielle nunca me había mostrado.

—Esto en verdad me demuestra que somos extrañas. —Pensé que lo había dicho dentro de mi mente, pero al ver la expresión de la chica que estaba conmigo, me di cuenta de que esas palabras salieron de mi boca llegando directamente a sus oídos.

—Lo siento. —Es lo primero que dice, agachando su cabeza dejando caer su mirada en el piso, negándome verla a los ojos.

Camino directamente hacia ella, tomo su rostro entre mis manos, conectando marrón con azul. —Solo demuéstrame que eso se acabó. —Como quisiera que en mi voz no se proyectara lo que siento, la desconfianza y el deseo eran tan evidentes, pero cómo puedo creer en algo que muchas veces me dijeron que no era posible.

Una pequeña sonrisa se muestra en esos labios que tanto extrañe, dejándome en claro que estamos teniendo el mismo pensamiento.

Lentamente ella se acerca a mí, un tanto tímida, algo nuevo en ella, después de todos estos meses que ella se ha pasado estudiando mi piel.

Miro sus labios codiciosa de volverlos a besar, no puedo dejar de verlos, pero la necesidad de mirarla a los ojos me hace quitar la vista de tan magnífico tesoro. En ese momento me doy cuenta de que no soy la única que lo desea, Danielle está impaciente, lo sé, pero solo se detiene para no caer en el mismo patrón de siempre.

Rompo la distancia, sintiendo la suavidad y calidez de sus labios, pasó los brazos alrededor de su cuello, queriendo eliminar el poco espacio que aún queda entre las dos, el inicio lento se volvió rápidamente en una necesidad de querer seguir unidas de cualquier forma.

Sin que me lo espere, Danielle hace que pase mis piernas por su cintura, llevándome directamente a la suavidad que esconde esa habitación. En ese mismo momento éramos como dos imanes tan opuestos, pero tan compatibles.

El beso se estaba saliendo de control, ya no era suficiente. Siento como Dani se separa, miro en sus ojos ese deseo al verme, pero al mismo tiempo algo diferente, algo que no me dejaba ver.

—Te amo. —Lo dijo tan inesperadamente, que las palabras no salen de mi boca, nunca espere que esos labios pronunciaran esas cinco letras.

No dejo que le diera una contestación, volviéndome a besar, pero ese beso solo fue mi salvación dentro del infierno que se estaba volviendo mi mente al no saber cómo contestarle.

Tenía miedo de que mi boca hiciera algún sonido haciendo que este sueño se esfumara entre mis manos, sin poder evitar que se vaya. Me regaño por no disfrutar esto, solo espero que no sea efímero, pero sí lo es, al menos sería un lindo recuerdo de lo que tanto quería.

Sus labios hacen un caminito hacia mi cuello, siento una ligera presión en mi piel expuesta, cierro los ojos percibiendo como su lengua es capaz de calentar ese espacio entre mis piernas sin siquiera tocarlo.

Sus manos no se quedan quietas, pasan por mi ropa hasta llegar a su principal objetivo, levanta el dobladillo de mi blusa, haciendo una danza con sus dedos que solo me vuelve loca, siento como su toque suave pasa por mi estómago dejando una sensación de hormigueo que solo quiero saciar.

No lo soporto más, me levanto como puedo quedando entre las piernas de tan exquisita chica, le sonrió porque esto se siente tan diferente, pero tan hermoso. Me encargo de quitar su chaqueta, mientras ella logra desabotonar la blusa que no la deja hacer lo que tanto le gusta.

Siento un ligero frío al quedar tan expuesta, siendo mi compañera mi sostén que lo único que hace es estorbar, pero antes que desapareciera tenía que igualar el marcador. Su blusa sale volando cayendo en alguna parte de la habitación, su piel blanca solo hace que deseé más de ella.

Sus labios vuelven a los míos, queriendo saciar su sed. Sus manos no dejan de jugar conmigo, siento como toca mi pierna, la falda no es capaz de evitar que haga lo que desea, mientras que mi mente solo es capaz de captar su delicioso olor.

Muerde ligeramente mi labio dejándome ver en la poca distancia que nos separaba esos ojos dilatados, que solo me daban un indicio de lo que pensaba.

Sé que está jugando conmigo, pero sentir como su boca recorre mi cuerpo hace que pensar se vuelva cada vez más difícil. Sus labios vuelven a mi cuello, muevo mi cabeza dándole más espacio, el cual aprovecha dejándome saber que lo que me hizo posiblemente lo tendré que ocultar.

Sigue su camino de besos, volviéndome loca en el proceso. No sé en qué momento perdí la parte que cubría mis pechos, pero no me importaba, la sensación de su boca caliente dejando marcas en ellos solo me hacía ansiar más.

Mis manos no podían quedarse quietas, sentir su piel era lo que más deseaba, quería más de ella. Tome con delicadeza su rostro atrayéndolo hasta juntar nuestros labios.

Pasar mis dedos por su espalda era como una magnífica melodía que solo terminó cuando se topó con un obstáculo menor, del cual rápidamente me deshice.

Sentir su tersa y caliente piel chocar con la mía solo reafirmaba lo necesitada que estábamos por la otra.

Poco a poco las manos de Danielle recorren mi cuerpo, quedándose por un momento en mi pecho, sintiendo como mi pezón se endurecía por su tacto. En medio del beso sonríe por lo que venía a continuación, sabiendo que ya estaba lista para ella.

Termina su recorrido en mi ropa interior, la cual siempre estuvo expuesta al no ser suficiente barrera la falda que traía juega con el inicio de la prenda, causando un hormigueo, el cual solo me deja ansiando lo que mi necesidad anhela.

Una vez más deja de besarme, sosteniéndose sobre su mano dejando una vista de su pelo rojizo cayendo despreocupadamente y me sonríe con malicia dándome a entender que solo se está tardando en realizar lo que tanto quiero que haga.

Sin esperármelo siento como me penetra, mi voz suena por toda la habitación y eso le gusta a Danielle, lo sé porque sus ojos me lo dicen.

Lentamente baja, robándome un beso el cual va acompañado de sus dedos entrando en mí, en un ritmo suave, pero constante.

Apenas mi voz puede ser amortiguada por la boca de Danielle, que sabe que está logrando llegar a todos mis puntos sensibles.

Sabía que estaba a punto de llegar y ella al conocerme bien, solo quería prolongar mi placer bajando sus penetraciones, lo cual logró por más tiempo hasta que ya no puede más, dejando que mi liberación la llenara por completo.

La abrazó, intentando recomponerme por lo que acabamos de hacer, pero Danielle piensa todo lo contrario, al colocar sus labios al lado de mi oído. —Esto solo es el comienzo.

Sin darle oportunidad, utilicé la poca fuerza que aún me quedaba, logrando girarnos en la cama, dejándola debajo de mí. —Tenlo por seguro, tu turno —dije con una sonrisa que solo proyectaba lo necesitada que estaba por recorrer su piel.

El tiempo parecía que no existía dentro de esas cuatro paredes, no supe en qué momento nos quedamos dormidas, pero la sensación que tuve cuando desperté fue la peor, pero al mismo tiempo la mejor.

En mi mente todavía estaba la idea de que despertaría sola, en esa cama vacía, recordándome que solo éramos extrañas cuando de amor se hablaba. Tenía temor de buscar en el otro lado de la cama y no encontrar nada, pero un ruido me hizo abrir los ojos, viendo como los cabellos rojizos caían por su piel ocultando su rostro de mí.

Parpadeé varias veces, esperando despertar de un sueño maravilloso, pero lo que veían mis ojos era la realidad, Danielle estaba a mi lado.

Mis dedos quitan el cabello que esconde sus hermosas facciones, dándome cuenta de que al dormir ella estaba tan tranquila.

Como si hubiera sentido mi mirada, abre los ojos, regalándome una sonrisa, mientras nos quedamos viendo una a la otra sellando un pacto silencioso.

—También te amo. —Fue lo único que dije antes de besarla y sentir como mi vida volvía a cobrar otro sentido.

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