Capítulo 01 Los ex's de mi novia

Capítulo 01

Hope

Nunca creí en el amor a primera vista, sonaba absurdo cuándo algunos decían que era como si ya no pudieras quitar la mirada de esa persona, incluso si era una extraña, que te cautivaba a tal grado en qué el resto del mundo desaparece.

Quisiera decir que tal idea me sigue pareciendo tonta, pero la vida se encargó de que me diera un fuerte golpe contra la pared. Solo fue cuestión de conocerla para saber que ella era mi perdición y cuando me sonrió estaba completamente a sus pies.

Todo empezó cuando mi mejor amigo, Mg, me propuso conocer a su nueva novia, pero ella tenía una idea en mente, por qué no matar dos pájaros de un tiro y que su novio conociera a su melliza, en ese preciso momento me pareció buena idea, a nadie le agrada ser la tercera rueda.

Vivíamos en una ciudad un tanto concurrida, que si quisieras conocer a todos los que la habitan, sería un poco imposible, pero cuando la vi por primera vez, hubiera deseado vivir en un pueblo pequeño, porque me hubiera gustado conocerla antes.

Mi mejor amigo y yo estábamos en una cafetería a la que a veces íbamos para poder hablar con más tranquilidad, mientras nos tomábamos un café. Él se encontraba a un lado de mí, en esta mesa de cuatro personas, esperando pacientemente a las dos chicas que nos acompañarían. Por lo que me había contado Mg, Elizabeth Saltzman era una chica a la que era difícil seguirle el ritmo, pero eso no me preocupaba, al fin y al cabo, la persona que salía con ella no era yo, con suerte solo la vería unas cuantas veces.

—Ahí vienen las chicas. —El golpe que me dio mi amigo fue lo único que me hizo salir de mi mente, logrando que levantará mi cabeza de mi café para ver hacia donde señalaba mi moreno amigo, quién no podía evitar sonreír de oreja a oreja por la alegría de ver a su novia.

La chica era alta, podría decirse que me ganaba por unos cuantos centímetros, el rubio de su cabello combinada con el azul de sus ojos, la chica era guapa y podía decir que era la primera vez que mi mejor amigo encontraba a alguien como ella.

Estaba tan entretenida juzgando a la chica, intentando cumplir mi papel de mejor amiga, que no me fijé en la hermana de la rubia, pero cuando lo hice, el aire se fue de mis pulmones, mi corazón parecía que palpitaba a mil por hora, mis ojos no podían apartarse de ella.

Apenas me sonrió mi mundo se detuvo, sus ojos cafés tan comunes para algunos, se hicieron la joya más preciada para mí.

—Hope ¡Hope! —dijo mi mejor amigo para intentar regresarme al mundo de los vivos. Él se encontraba parado a un lado de mí, estaba tan ensimismada que ni siquiera me di cuenta cuando se levantó de su silla.

Imite su acción y cuando lo mire, él tenía un gesto en confusión por mi actitud, al parecer tenía rato llamándome, pero yo había caído ante el encanto de una hermosa castaña. —Dime Mg.

—Te perdí por un momento. —El chico negó mostrándome una sonrisa por mi despistes—. No importa, Hope te presento, ella es Lizzie, mi novia.

En cuanto dijo su nombre estire la mano, debía ser educada, aunque mi lado antisocial aborreciera el contacto humano, apreciaba mi espacio personal y muy pocas personas podía pasarlo sin incomodarme.

—Creo que me toca —dijo la rubia dando un paso hacía a un lado. —Mg y Hope, ella es mi hermana Josette.

En cuanto dijeron su nombre, mi mente solo lo repetía una y otra vez, estaba hipnotizada por lo bien que se escuchaba en mi cabeza.

—Es un gusto conocerte, tu hermana me ha contado muchas cosas sobre ti. —Mi mejor amigo se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla como saludo, cuando se apartó, fue con su novia y le dio un casto beso en los labios.

—Espero que cosas buenas, pero me puedes decir Josie. —Su voz me cautivo, era como una melodía que nunca quieres dejar de escuchar, tan adictiva que la repites una y otra vez hasta que no la olvidas.

Parecía una piedra en medio de ese lugar rústico, el ruido de los comensales llenaba el silencio que yo había provocado, resultado de no hacer ninguna acción, pero me obligue a ser menos yo, intente realizar el mismo movimiento que hice con su hermana, estire el brazo, esperando que aceptará mi saludo y así lo hizo, solo que ella se acercó a mí, dejando un beso en mi mejilla, su perfume rápidamente llegó a mí, cautivándome en el instante en que el aroma afrutado inundó mi nariz.

Apenas se alejó de mí, me sonrió y con ello supe que había caído ante el amor a primera vista, irónico porque yo antes no creía en eso, pensaba que el amor solo era posible en las historias que cuentan las películas o los libros.

Después de ese desastroso momento fui capaz de sentarme de nuevo en mi lugar, pero el problema surgió cuando ella tomó el asiento enfrente de mí, nos quedamos mirando a tal grado que el azul de mis ojos era incapaz de apartarse del marrón de los suyos, era una conexión que antes no había sentido, como si la conociera de otra vida.

El almuerzo pasó lentamente, entre platicas que para nada me parecieron incómodas, algo raro en mí, cuando hablamos de conocer a nuevas personas.

No hable mucho, pero al menos sentía que podía aportar alguna que otra palabra, cuando mi mejor amigo contaba algún momento que vivimos juntos, pero lo que se llevó mi admiración fue la relación que las mellizas tenían, eran capaces de burlarse una de la otra, pero yo aún sentía esa unión que las dos tenían al ser el soporte de la otra. Esa complicidad nunca la viví de esa forma y menos al ser hija única, pero Mg ha logrado que lo vea como un hermano.

Para mí desgracia, el momento en que estuviéramos los cuatro juntos llegó a su fin, estaba preparada para regresar al departamento, a mi propio refugio personal, detrás de ese lienzo junto la variedad de pinturas que tenía regadas dentro de esas cuatro paredes.

—Entonces así quedamos. —Me había vuelto a perder en mi mente que lo único que pude captar fue a mi amigo diciendo esas palabras, mientras se levantaba de su asiento, dándome un último gesto en señal de adiós.

Estaba tan perdida, que incluso ella lo noto. —Ellos ya se van, al parecer tienen algo que hacer.

—¿Y nos dejaron solas? 

Ella dejó salir una pequeña risa ante mis palabras que tenían un ligero toque a confusión.

—¿Qué es lo gracioso? —pregunte mientras fingía indignación por lo que la chica había hecho.

—Tú. —La miré a los ojos, pero su sonrisa me atrajo hacia su boca, de la cual no pude apartar la mirada, ella se estaba mordiendo el labio inferior—. Te pierdes fácilmente en ti, es curioso, nunca había conocido a una persona como tú.

—Eres la primera que me dice eso. —Aparte la mirada, sintiendo como un sonrojo empezaba a parecer en mis mejillas, por el tiempo que llevaba hablando con ella.

Rápidamente ella colocó su mano sobre la mía, acción que me hizo volver a posicionar mis ojos sobre ella. —No, no lo malinterpretes, me agrada.

—Te agrada alguien tímido que se encierra en sí mismo ¿Es lo que quisiste decir?

—Es refrescante, toda mi vida estuve a lado de mi hermana, ella parece que nunca se le acaba la batería y por ello se relaciona con personas muy similares a ella, eres… ¿Cómo decirlo? —Se me quedó mirando fijamente, e incluso cerró un poco los ojos pareciendo que se estaba concentrando para dar con la respuesta que quería—. Es como respirar aire fresco en una tormenta en qué no sabes si tendrá fin.

—Eres muy directa ¿Te lo han dicho? —Estaba intrigada por la chica que estaba enfrente de mí, algo que siempre buscaba en las personas era la sinceridad, incluso cuando llegaba a ser cruel.

—A veces mi filtro social no funciona con toda la gente. —Me sonrió de una forma juguetona que no sabía cómo interpretarlo.

—¿Eso es bueno o malo? —pregunte esperando conocer más de Josie.

—¿Por qué no lo descubrimos? —Ella aprovechó que su mano estaba sobre la mía para alentarme a pararme de la mesa, salimos de la cafetería y caminamos unas cuantas cuadras hasta que dimos a parar en un parque, no tan concurrido al ser entre semana y en horas muy tempranas de la mañana.

Josie se sentó debajo de un árbol, sin importarle si se manchaba el pantalón que traía. Me quedé parada enfrente de ella observando cada de sus acciones. Al ver que no hacía nada, ella palmo a un costado donde se había sentado. —Vamos no muerdo.

Negué ante sus palabras, pero eso no evitó que sonrieran ante su ocurrencia y sin más, me coloqué a un lado de ella.

—¿Si murieras mañana qué harías? —Su pregunta tan inesperada me desconcertó, sentía como me había dejado sin palabras. Josie al notar mi silencio se movió permitiendo que nos miráramos a los ojos.

—Nunca lo había pensado, pero no es algo a lo que le tenga miedo, así que lo aceptaría —dije con resignación al pensar del por qué de mi respuesta. Aparte mi mirada de ella, viendo directamente al césped que nos rodeaba. —Podría decir que al contrario, le tengo miedo a no lograr nada en esta vida.

Josie solo asintió, provocando que nos quedaramos unos segundos en silencio, hasta que ella decidió hablar. —Siempre que hago esa pregunta responden en hacer todo lo posible por no morir. —Ella soltó un suspiro, mientras jugaba con el césped que estaba cerca de sus zapatos.

—¿Por qué la pregunta? —Ahora tenía más curiosidad en la chica que no dejaba de sorprenderme.

—Es una forma interesante de saber cómo piensan las personas —dijo mientras seguía entretenida con el pasto que había arrancado del suelo.

—Una singular manera de lograr tu propósito. —Sin ninguna vergüenza dejé que mi mirada cayera sobre ella, observando como su cabello castaño era despeinado por la ligera brisa que la primavera traía consigo.

Ella levantó su cabeza, permitiéndome una vez más ver esa sonrisa que me cautivo en un inicio. —Me gusta conocer todo lo que implica la mente humana.

—¿Psicóloga? —Intente buscar una razón para su curiosidad, en medio de ese parque que me dejaba contemplar lo verde de la naturaleza.

Ella rió por mi pregunta, negando al instante cuando pudo calmarse. —No, estudio medicina.

—Casi le atinó —dije para intentar seguir nuestra conversación.

—Un poco lejos diría yo. —Ella me mostró una enorme sonrisa a tal punto en que sus dientes blancos estaban a la vista, yo solo pude imitar su gesto, pero tal acto hizo que me distrajera de la travesura que la chica estaba planeando, fue cuestión de segundos para que ella me arrojará a la cara el pasto que había recolectado a lo largo de nuestra charla.

Todo pasó muy rápido y yo solo podía verla con sorpresa por lo que había hecho, mientras ella se reía y se levantaba de dónde estábamos, en cuanto ella estuvo de pie empezó a correr.

—A no, esto no se queda así. —No sabía de dónde estaba saliendo este lado mío, pero la seguí como si fuera una niña pequeña otra vez, la perseguí hasta que pude atraparla, pero solo logré que perdiéramos el equilibrio y cayéramos en el césped, por alguna extraña razón tuve la habilidad de que ella no se lastimara, haciendo que cayera sobre mí. 

—Al parecer si puedo hacer que te relajes. —Ella estaba tan entretenida quitando el resto de las hojas que aún quedaba en mi cabello, que no noto que yo solo la miraba a ella, detallando cada gesto y cada rasgo de su rostro.

—No soy muy social —dije con miedo, prediciendo lo que me diría.

—No me interesa que lo seas, solo quiero que seas tú.

Esa respuesta nunca me la esperé, siempre me encontraba con personas que decían que debía hablar más, ser menos tímida, soltarme, en pocas palabras ser menos yo, lo que ellos no sabían es que no tenía la confianza como para abrirme con cualquiera y ella, la chica que se encontraba enfrente de mí, logró hacer un récord.

—¿Y cómo piensas conseguir eso? —La miraba con intriga, porque si, su físico me había cautivado, he inclusive podría decir que enamorado, pero su mente había terminado de confirmar mis sospechas, aunque no me quería ilusionar, debía dejar que el tiempo fuera mi amigo y me ayudara a descifrar el enigma que es Josette Saltzman. 

Ella colocó un beso en mi mejilla, produciendo un ligero sonrojo en mi rostro. —Tengo mis métodos. —Ella se levantó, dobló un poco las rodillas y extendió su mano, para ayudarme a levantarme, aún un poco indecisa, acepte el trato silencioso que las dos estábamos teniendo con ese insignificante gesto, el cual me llevó a estar cerca de su cuerpo una vez más—. ¿Lista para una aventura, Hope?

—Aunque diga que no, ya estoy dentro ¿Verdad?

Me mostró otra vez una sonrisa, mientras asentía ante mi pregunta, pero en mi mente solo rondaba un pensamiento ¿No se cansa de sonreír tanto?

La respuesta la obtuve a lo largo de los días, los cuales se convirtieron en semanas y después en meses, permitiéndome conocer más facetas de la chica que logró que me enamorara de ella con tan solo verla.

Empezamos a ser más unidas y para mí sorpresa estudiábamos en la misma universidad, pero al ser de la facultad de artes, me encontraba en la otra punta de dónde estaba la facultad de medicina, eso permitió que no nos conociéramos en los tres años que llevaba en la carrera, además que ella es un año menor que yo.

Cada momento que pasamos juntas realizábamos cualquier cosa, a veces la ayudaba a estudiar incluso si no entendía nada o ella me acompañaba mientras pintaba, otras ocasiones salíamos a caminar, a ver una película o solo platicar mientras nos comíamos un helado, se podría decir que pasaba más tiempo con ella que con mi mejor amigo, pero si lo noto no me lo dijo.

Ella lograba sacarme sonrisas que no había mostrado en los últimos años, al menos, no fuera de mis cuatro paredes. Cada minuto que pasaba con ella confirmaba que estaba locamente enamorada, pero no me atrevía a dar el siguiente paso.

Un día todo eso cambió, estaba enfocada en mi lienzo dejando que mi mano hiciera lo que la inspiración la guiaba a hacer, hasta que sentí como alguien me abrazaba por detrás.

—Es hermoso —dijo Josie mientras veía lo que acababa de hacer, un castillo construido en las colinas, algunas paredes estaban en ruinas y cada una de las superficies era bañada por los rayos del sol que se estaba ocultando, para dar paso a la tranquilidad que la noche traía consigo.

—Si que lo es. —Lo dije mientras la miraba a ella, nada se podía comparar a lo bella que era.

Josie guío su cabeza hacia mí y comprendió que lo que insinuaban mis palabras no era por el cuadro, que esperaba pacientemente en el caballete.

El silencio se apoderó de mi departamento y por un momento el miedo me consumió por haber cruzado una línea que no debí haber pasado, pero cuando ella me sonrió descubrí que no iba en el camino equivocado.

Un tanto nerviosa me mordí el labio inferior por no saber cuál sería el siguiente paso.

—No hagas eso. —Ella tomó mi rostro con sus manos, pasando su pulgar por mis labios.

—¿Hacer qué? —Sabía a qué se refería, pero quería provocarla un poco, volví a morder mi labio ante la anticipación de lo que tanto quería hacer desde hace tiempo.

—Eso. —En cuánto dijo esa palabra no lo pude evitar más, elimine el espacio que había entre nosotras y junte nuestros labios, disfrutando lo cálido y suave que se sentía esa simple acción, a la cual antes no le veía un propósito, pero ahora lo comprendía todo y todo lo que ella me daba, me volvía adicta al instante, su voz, su aroma, esos ojos, su sonrisa y ahora sus labios.

Desde ese día nuestra relación cambió, cada oportunidad que teníamos, terminábamos besándonos, sin podernos alejar de la otra, confirmando lo que sentían nuestros corazones, lo cual abrió la puerta para poder llamarla mi novia, pero tal título llevaba una carga consigo.

Una carga que lentamente descubrí que se trataba de siete problemas que debía enfrentar si quería estar con ella.

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