#20 Please don't go home yet (Parte 1) (Hosie)

POV Josie.

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Las alabanzas con mi nombre nunca lograron que sintiera satisfacción, incluso estando rodeada de cientos de personas solo me hace extrañarla.

Intento que mi voz, no se rompa con el verso de mi canción, mi única salvación fue cuando los últimos acordes fueron tocados. Los gritos de los fans se escuchaban por todo el lugar, pero lo único que quería era irme.

—Lo hiciste muy bien Josie —dijo mi mánager y mejor amigo desde que llegué a este mundo de la fama. Me paso una toalla para secar el sudor de mi piel. —Tenemos que hablar, la disquera pide que firmes la renovación de tu contrato.

—No lo voy a hacer, ya lo hemos hablado, quiero regresar con mi familia. —Tocó la cadena de mi cuello mientras pienso en ella, el anillo que está ahí, solo me recuerda por qué tomé esta decisión. Perdí seis años a su lado y ahora espero que pueda recuperarlos.

—¿Hay forma de impedir que te retires de la música? —pregunta Mg, mientras ve como me subo a la camioneta que me llevara a mi destino.

Esté es mi último concierto, por eso pedí que fuera en el lugar más cercano a donde pertenece mi corazón y que ahora duerme tranquilamente en Mystic Falls.

—Sabías que cuando firmé por primera vez el contrato, este día llegaría. —No había ninguna pizca de duda en mi voz

—Lo entiendo, espero que tenga suerte, Josie.

Lo abrace con toda la fuerza del mundo, lo iba a extrañar, él fue el único que permití que me acompañara en mi penitencia, aleje a todos para evitar que me recordaran que incluso la mejor decisión no siempre tendrá las mejores recompensas.

Intenté dormir de camino al lugar donde nací, pero las imágenes del pasado me atormentaban, su sonrisa que con el pasar de los días veía cómo se extinguía con cada noticia, me partía el alma. Las deudas por el tratamiento fueron aumentando hasta acabar con nuestros ahorros, en especial porque cada intento el resultado era el mismo, no había funcionado.

Me quité la cadena, para poder apreciar el anillo que antes simbolizaba mi unión con la mujer más hermosa que mis ojos han visto. Quisiera pensar que, aunque le dije que no me esperara, ella aún lo hace, pero a la vez mi mente me tortura con una imagen de ella con alguien que, si le pudo darlo lo que yo no pude, hijos.

—Listo, Señorita Saltzman —dijo el chofer parando justo enfrente de la casa de mi padre, otra persona a la que no he visto en años y a la que tampoco le conteste los mensajes ni llamadas.

—Gracias, Bob, este es el fin del viaje, puedes regresar a casa.

—¿Está segura?

Me bajé del auto y me paré cerca de la puerta del conductor, mientras sostenía la única maleta que traía conmigo —Sí y por favor no le digas a nadie dónde estoy.

—Como usted pida.

En medio de la calle vi cómo todo empezaba de nuevo, aunque yo no quería eso, pero sabía que, aunque anhelaba regresar a mi vida anterior, ya no podía.

Deje salir un suspiro mientras permanecía parada enfrente de la puerta de la casa, pensé en tocar, pero eso despertaría a todos y no quería incomodarlos con mi presencia todavía.

Como pude salte la cerca del patio trasero y caminé hacia aquella hamaca que mi padre había colocado en mi adolescencia, por fortuna para mí, todavía seguía ahí, un poco más vieja de lo que recordaba.

Me acomodé, mientras el frío golpeaba mi rostro y las estrellas eran testigo de mi idiotez. Saqué mi teléfono para escuchar nuevamente el mensaje que una vez ella me dejó y que era mi único consuelo por haberme alejado.

"Josie no sé cómo decirte esto... y creo que por un mensaje de voz no es lo correcto, por favor regresa, necesitamos hablar"

Aunque quería hacerlo no podía, estar cerca de ella solo la hubiera arrastrado a ese mundo que no me gustaba, además que ella amaba este pueblo con todo su corazón, sus padres vivieron y murieron aquí, lo único que le queda son sus tíos.

No me di cuenta en qué momento de la madrugada por fin pude conciliar el sueño, pero el rostro de mi padre enfrente de mí no era la mejor imagen con la que quisiera despertar, él se veía sorprendido y a la vez enojado.

—¿Qué haces aquí, Josie?

—Tal vez... Ver si todavía me aceptas en tu casa.

—Pensé que no querías saber nada de nosotros. —Sus palabras llegaron a mi corazón de una forma dolorosa, si supiera que lo único que he hecho desde que me fui fue pensar en ellos. Soltó un suspiro, tal vez verme derrotada hizo que tuviera piedad de mí—. Vamos, necesitas comer, te ves horrible.

Una sonrisa apareció en mi rostro, como me veía era lo último que me importaba, camine hasta entrar en el interior, nada había cambiado todo estaba como lo recuerdo, las fotografías de mi papá con mamá en su boda me hacen recordar la que tuve hace unos años.

Recorrí con mi mirada cada imagen que estaba en la pared, hasta que vi una donde mi padre sostenía en sus brazos a un niño, tenía el pelo castaño y una sonrisa encantadora que apenas dejaba ver esos destellos de azul que había en sus ojos.

Estaba a punto de preguntarle quién era, pero él me interrumpió pidiéndome que me sentara a desayunar, ninguno de los dos dijo nada hasta que los platos estuvieron vacíos, el ruido de los cubiertos solo incrementaba la atención del ambiente.

—¿Cómo estás, papá? —pregunté con cautela, era su hija, pero no sabía que tanto resentimiento tenía por mí.

—Tranquilo principalmente.

—¿El dinero que envié sirvió de algo?

—Josie no todo se trata del dinero. —Se levantó de la mesa, en su rostro podía ver que lo había hecho enojar nuevamente.

—Si, si eso les daba estabilidad.

Él negó una y otra vez con su cabeza, recogió los platos para poder lavarlos, el silencio volvió a caer sobre nosotros, pero esta vez no pude soportarlo.

Salí de la casa de mi infancia, caminé por las calles que muchas veces recorrí de camino a la escuela. De cierta forma Mystic Fall no había cambiado su esencia incluso si algunas avenidas se veían un poco más modernas.

Entre en una tienda, necesitaba un método de distracción, agarre una cesta y tomaba cualquier cosa que me pereciera que podía causarme diabetes o taparme las arterias, pero al pasar por la sección de publicados, deje la canastilla en el piso, mientras intentaba ocultar las revistas que tenían mi cara en ellas, todas tenían el titular "Josie Saltzman desaparecida" "La estrella de pop Josie Saltzman piensa dejar los escenarios" "Josie Saltzman ya no encuentra pasión en la música" 

Era gracioso porque la mayoría tenían razón, algo que muy pocas veces pasaba.

Era la primera vez que causaba ese tipo de revuelo, generalmente intentaba esconderme en el estudio, mientras las canciones que componía eran todas para ella, esperando que pudiera transmitirle mi tristeza por tener que dejarla.

—No creo que eso funcione. —Me dice el cajero cuando se dio cuenta de mis acciones—. Soy Ethan, fuimos juntos a la secundaria.

—Lo sé, te sentabas hasta atrás en la clase de ciencias.

—No pensé que me recordaras.

—Tal vez el nombre no, pero si tu cara. —Sonreí lo mejor que pude, no tenía humor de socializar, pero tampoco quería ser desagradable—. Te puedo preguntar algo.

—Claro —respondió mientras empezaba a registrar mi compra.

—¿Sabes si Hope sigue viviendo en la misma casa?

—Si, al final de la calle donde vive tu papá.

Con un poco más de ánimo salí del local y me senté en la banca de afuera para asimilar la información, pensé que después de mi partida ella se mudaría de esa casa que nos perteneció. Con trabajo logré obtenerla para el día de nuestra boda, quería que supiera que cualquier cosa que quisiera se la podría dar, lástima que no pude cumplir con todo.

Mientras abría la envoltura de una barra de chocolate, escuche como un auto se estacionaba a unas cuadras, justo enfrente de una florería. Por una corazonada, lleve mi mirada en esa dirección hasta descubrir quién era la persona que lo conducía.

Mi mundo se paró y por un momento me sentí otra vez de diecisiete cuando la vi por primera vez. Su cabello rojizo hacía contraste con su piel tersa y clara, incluso cuando ya habían pasado varios años, ella seguía viéndose tan joven.

Cuando ella entró en la floristería, fue el momento en que pude reaccionar, crucé la calle lo más rápido que pude, mi corazón palpitaba tan rápido que sentía que todos mis sentidos empezaban a fallar.

Al abrir la puerta, el sonido de la campanilla fue lo que me regresó al mismo plano donde ella existía. Hope estaba detrás del mostrador, mientras le sonreía a un cliente, pero tal gesto se desvaneció por un instante al verme.

—Hola.

—Si me permite, estoy atendiendo a un cliente. —Su voz era hostil, pero no podía culparla—. Que buen gusto tiene señora Bennett.

—Gracias hija, espero que esta vez Enzo no se olvide de regarla.

—Su marido aprende rápido de sus errores, no como otras personas. —No fue nada sutil en demostrarme que no le agradaba mi presencia—. Déjeme acompañarla.

Hope tomó el arreglo de flores, pero se lo quite de las manos sin importarme su queja silenciosa y lo lleve hasta el auto de la señora donde ahí la esperaba su esposo con una evidente alegría.

Mientras se despedía de la mujer mayor no pude evitar ver todo con una sonrisa melancólica, tal vez si no me hubiera ido este sería nuestro presente, ayudarla todos los días sin importar cuál sea la tarea que me ponga.

—Idiota. —Me dijo la mujer que me cuido desde que era pequeña.

—Yo la quiero tía Bonnie.

—Te extrañé muchacha, pero eso no quita que seas una idiota. —Acepté su reprimenda, mientras me abrazaba con toda la fuerza que podía tener a su edad.

Se subió a su auto con una sonrisa y poco a poco se fueron perdiendo a la distancia. En medio del asfalto Hope y yo nos mirábamos hasta que ella reaccionó, dejando una enorme marca en mi rostro, que con solo pasar mi mano en mi mejilla puedo sentir lo caliente de la zona.

Tenía que admitirlo me lo merecía y si solo tendría su perdón obteniendo más golpes, no me quejaría, ni me resistiría.

La seguí una vez más hasta el interior de la tienda, lo único que me impedía acercarme es que ella se colocó detrás del mostrador una vez más.

—Es muy tarde para decir que lo siento.

—Si Josie, lo es, no sabes cuanto espere para que te olvidaras de esa tontería de ser estrella de pop y regresaras a mi lado.

—Solo quería que tuvieras una vida mejor.

—Mi vida la destrozaste cuando te fuiste. —Pasó los dedos por su cabello y sus ojos ya no brillaban con el amor que antes había para mí.

—Por eso regresé, quiero enmendarlo. —Rodee lo que nos alejaba, me acerque a ella hasta tal punto de que pude sentir su piel—. Dame una oportunidad más.

Ella empezó a negar, colocó una mano en mi pecho para alejarme, pero yo me resistí lo más que pude.

—¿Acaso estás casada? Porque eso es lo único que me impide no intentarlo —Debía preguntar, cuando me aleje le entregue el divorcio con mi firma para que tuviera la libertad de rehacer su vida, aunque nunca quise saber la respuesta que le dio a mis abogados, solo imagine que los firmó en un ataque de ira.

—Sí. —Su contestación se sintió como un balde de agua fría, mire la mano que me estaba alejando y ahí estaba un anillo en su dedo anular.

—¿Eres feliz?

—Sí. —Ella desvió su mirada de la mía como si no quisiera herirme, pero su afirmación ya había causado daño. No porque tenga una vida placentera, sino porque yo no soy la persona quien la complace.

Intenté con todas mis fuerzas que las lágrimas no salieran de mis ojos, retrocedí poco a poco, hasta que choqué con algo que llegaba con mucha velocidad.

—Mami, mami, mi tía Lizzie me compro un helado.

—Se supone que es nuestro secreto. —Escuche gritar a mi hermana desde el exterior, pero lo que se llevó mi atención fue ese pequeño, que me miraba con curiosidad, era el mismo niño que estaba con mi padre, en aquella fotografía.

—Hola, cariño ¿Cómo te fue en la escuela? —Hope se hincó para estar a su altura, mientras le dejaba algunas caricias en su cabeza.

—¿Josie? —dijo mi hermana en el instante en que me vio, al parecer mi padre no le había dicho sobre mi regreso.

—Mi pequeño Lobito, tu tía Lizzie me dijo que quiere llevarte a comer mientras mami termina unos asuntos. —Su cabeza iba de un lado a otro, observando por momentos a mi hermana y al pequeño, pero lo único que retumbó en mi cabeza fue el pequeño apodo que el padre de Hope usaba con ella—. ¿Quieres? Al rato los alcanzo.

—Está bien, pero mami, ella es la cantante que te la pasas escuchando.

La ternura del niño junto a su sinceridad me robó el corazón, a tal punto que una sonrisa sincera apareció en mi rostro.

—No siempre, solo a veces cuando las pasan en la radio. —Intentó justificarse Hope, pero el pequeño ya la había delatado, ahora tenía entendido que al menos fue capaz de escuchar mis mensajes.

—No me gusta su música, prefiero más el Jazz de los discos de mi abuelito Klaus.

—Tomaré nota, tal vez pueda hacer un cambio en el ritmo de mi música. —Me puse a su altura para tener una mejor percepción de él—. Soy una vieja amiga de tu mamá, Josie.

Le di mi mano para terminar de presentarme y su diminuta mano apenas era una pequeña parte de la mía. —Oliver —contestó el niño, su nombre me trajo bonitos recuerdos de cuando Hope y yo intentamos averiguar cómo le pondríamos a nuestro bebé si esta vez funcionaba. Si era niño, Oliver era el nombre que ella deseaba, decía que quería que llevara de cierta forma mi segundo nombre, Olivia.

—Cariño se hace tarde, ya deberían irse —intervino Hope, intentando llevar a Oliver con mi hermana, pero la detuve, tenía que confirmar las sospechas que estaban surgiendo en mi cabeza.

—Una cosa más ¿Cuántos años tienes?

—Cinco, aunque dicen que soy muy pequeño para mi edad, soy el más bajito de mi salón, pero mami dice que cuando crezca seré tan alto como mi abuelito Alaric.

—Yo también lo creo.

—Tu mamá tiene razón se hace tarde. —Lizzie lo levantó del piso y se lo llevó en brazos hacia afuera de la florería, apenas si me pude despedir moviendo mi mano de un lado a otro, mientras veía como Hope los perseguía para dejarle un pequeño beso en su frente y él la abrazaba con tanto cariño.

Cuando volvió a entrar, la miré fijamente, esperando a que ella dijera algo, pero ella evitó a toda costa mi mirada.

—¿Oliver?

—Supongo que la conversación que tuvo lugar muchas veces en mi cabeza está sucediendo —dijo Hope tan rápido que apenas pude procesar sus palabras, por ello solo asentí y una pizca de esperanza empezó a nacer en mi corazón. —Necesito un trago.

Camino hacia aquel refrigerado donde guarda algunos arreglos florales y de la parte de abajo, oculto en una caja, sacó una botella de un líquido oscuro. Tomó una copa y empezó a verter el vino, hasta que pudo conseguir su objetivo de llevarlo a sus labios.

—La última prueba de embarazo que te mostré, se equivocó, dejé de ir al doctor hasta que me sentí mal, vomitaba, a veces me mareaba con estar parada unos segundos, al inicio pensé que había sido algo que comí en mal estado, pero no me recuperaba. —Tomo un poco más de su bebida, mientras yo decidí sentarme para seguir escuchando lo que tenía para contar—. Cuando nuestro doctor hizo el chequeo llevaba trece semanas de embarazo y un mes desde que tú te habías ido —dijo aún con sus ojos puestos en los míos, pero yo apenas podía combatir todas las señales de mi cuerpo que me gritaban "Abrázala" sabía que ella no quería eso de mí, al menos no por el momento. —Sabes la primera persona a la que quería a mi lado cuando me enteré, era a ti, intente llamarte una y otra vez, hasta que decidí dejar un mensaje en tu buzón de voz, esperando que eso fuera suficiente para que mínimo me regresaras la llamada, pero después pensé que, si no tuviste la decencia de llamar, porque debía seguir insistiendo.

—Hope, yo...

—¿Y sabes cuál es lo peor del caso? Que sigo casada con una idiota.

Mi primera reacción fue llevar mis manos hacia mi cabeza y morderme el labio para evitar que mi felicidad fuera notaria, aún tenía una oportunidad, incluso si ella no me quería a su lado, lucharía cada día para que me permita estarlo.

Desabroche la cadena que traía y saque el anillo que había en ella. —Entonces creo que esto debería regresar al lugar que pertenece. —Extrañaba esa sensación del metal chocando con mi piel, solo que no sabía si aún debía llevarlo, pero ahora lo sé.

Ella negó ante mi reacción, pero yo me acerque a ella, tome sus mejillas y deposite un pequeño beso en su frente. —Te ves hermosa. —Salí de ahí, antes de que ella dijera otra cosa, no me arriesgaría a que intentara persuadirme de mi propósito, recuperar a mi familia.

Era tanta mi alegría que no supe en qué momento llegue a la casa de mi padre, cuando lo vi, lo abrace con tanta fuerza que incluso él se sorprendió, cuando nos separamos ya no pude evitar que mis lágrimas recorrieran mis mejillas. —Soy mamá. —Le dije incluso cuando mi voz estaba fallando.

—Así que ya lo conociste.

—Sí, es tan adorable, sincero y tiene los ojos de Hope.

—En realidad es una mini versión de ti, es respetuoso, tranquilo y un tanto curioso.

—¿Tienes más fotos? —pregunté con entusiasmo, mientras me acercaba a la que tenía colgada en la pared.

Un ruido detrás de mí me hizo girar, me encontré con que mi padre estaba poniendo una pila de álbumes en la mesa de centro de la sala, al parecer estaba haciendo un libro por año, lo cual agradecía porque al menos podía ver el crecimiento de mi pequeño de esa forma.

El resto del día me la pasé detallando esa carita hasta que el cansancio pudo conmigo, el despertador de mi celular fue el ruido que me levanto, con rapidez intenté bañarme y vestirme para poder estar lista para empezar el día.

Tome las llaves que me había dado mi papá y camine unos cuantos minutos hasta que llegue a mi antigua casa. Me quedé sentada en el pórtico a esperar a que ellos salieran, mientras pensaba cuál sería mi siguiente paso, por el momento solo quería pasar cada segundo compensando mi ausencia.

—Hola, Josie —dijo Oliver al ser el primero que cruzó esa puerta.

—Hola, pequeño ¿Listo para ir a la escuela?

—Si, hoy la maestra nos enseñará a hacer un líquido netonano.

—Newtoniano —corrigió Hope. El niño intentó un par de veces más hasta que estuvo satisfecho de que sonaba igual que como lo dijo su mamá.

—¿Nos vas a acompañar?

—Si tu madre está de acuerdo, entonces sí. —Con la mirada le rogué a Hope para que aceptara y entendí que había ganado cuando ella prefirió no verme más.

—Vamos que se hace tarde. —Hope agarró la manita de Oliver y empezaron a caminar enfrente de mí, pero el niño se detuvo para voltear a verme, me extendió su manita, la cual tomé con gusto.

De camino a la escuela, Oliver daba cada detalle de lo que planeaba hacer en la hora de descanso; armar castillos de arena, jugar con sus amiguitos con la pelota o tal vez a la cocinita con su compañerita Sofía. Escuchaba atenta cada una de sus palabras, tratando que se grabaran en mi cabeza, para conocerlo mejor.

En el momento en que tuvimos que dárselo a la maestra, fue un impacto para mí, ahora entendía a mi mamá, cuando ella lloró cuando nos dejó en la escuela por primera vez. Sabía que lo vería de nuevo cuando acabaran las clases, pero eso no evitaba que ese sentimiento surgiera dentro de mí.

—Adiós mami, adiós, Josie —dijo Oliver, mientras dejaba un pequeño beso en nuestras mejillas, después corrió para darle la mano a su maestra. —¿Miss, vio que le dije "Adiós" a mis mamis?

Escuchar eso, me desarmó, mis lágrimas salieron y me di la vuelta para que no viera lo que provocaba en mí. Sentir los abrazos de Hope a mi alrededor hizo que me empezara a calmar poco a poco.

—¿Así que lo sabe? —pregunté, mientras intentaba recuperar mi respiración.

—Nunca se lo oculte.

—Una advertencia sería bueno la próxima vez. —Creo que no sería capaz de evitar que las emociones me ganaran, cada vez que algo relacionado a Oliver me sorprenda.

—En mi defensa, llegaste ayer.

Intenté reír, pero fue más una expulsión de aire por mi nariz lo que salió de mí. —Tienes razón ¿Nuestra siguiente parada es?

—La tuya no sé, la mía es mi florería.

—Entonces esa también es la mía.

En los siguientes días empezamos a hacer una rutina donde todas las mañanas acompañábamos a Oliver a la escuela, después ayudaba a Hope en la tienda, parábamos un momento para ir por nuestro hijo, después de comer, me quedaba con él para ayudarlo con la tarea mientras Hope regresaba unas cuantas horas más al trabajo. Creo que en cierta parte mi hermana me odia por quitarle tiempo con su sobrino favorito, pero me alegraba que mi familia estuviera al pendiente de ellos mientras yo no estaba.

Un día mientras entraba a la casa de mi esposa, su semblante me dijo que no todo iba tan bien, por poco entraba en pánico, hasta que ella me calmó.

—Solo tiene gripa, con unos días de descanso y medicina se pondrá bien. —Fue lo que me dijo, pero yo no sabía que hacer, por eso fui a la farmacia más cercana y tome todos los jarabes para la tos que encontré, después llamé a mi papá para que me dijera la receta de la sopa que mi mamá preparaba cuando me enfermaba, estuve a punto de traer al doctor para que lo revisara, pero Hope me disolvió de hacerlo.

Hubo un momento en que Hope se reía por mi estado tan acelerado, lo cual aligeró un poco mi preocupación, me abrazó y me dijo que todo estaría bien, ella tuvo razón en un par de días Oliver estaba en el patio de atrás corriendo y jugando como si no hubiera estado enfermo.

Con lo que respecta a Hope, no sabía cómo acercarme, intentaba ponerle atención a cada una de sus necesidades, a veces la sorprendía con las cosas que le gustaban para el desayuno, pero al parecer solo me miraba como la otra mamá de su hijo y no como su pareja, nuestras conversaciones giraban en torno a Oliver, cada intento donde quería saber más de ella, lo evadía.

Quisiera llevarle su flor favorita, pero eso no servía al ser la dueña de una floristería, los chocolates no le gustaban, si le daba joyas no quería que pensara que estaba comprando su amor, por ello aquí me encuentro sentada en medio del jardín de mi papá intentando componerle una canción, esperando que al menos así pueda abrir una pequeña puerta de su corazón para mí.

Después de seis álbumes siendo Hope mi inspiración pensé que sería más difícil el crear otra canción para ella, pero fue todo lo contrario las letras fluían al son del ukelele, el instrumento que me hizo ver qué la música era más que un pasatiempo.

—¿Mamá?

—Dime Oli. —Levante mi cabeza para poder ver lo que estaba haciendo, al parecer llevaba tiempo que no tocaba sus juguetes.

—¿Crees que me puedas enseñar? —Señaló el instrumento, el cual le quedaba como si fuera una pequeña guitarra.

—Claro ven. —Lo coloque con cuidado en mi regazo, guíe sus manitas por las cuerdas hasta que una armonía se escuchó al rasgarlas—. Pon tus dedos sobre los míos.

Él de inmediato me hizo casó, posicione mis dedos sobre los trastes para poder crear una nota y que él pudiera escuchar cómo se producía el sonido gracias a mis movimientos.

Toda la tarde le enseñé a tocar el ukelele, a cada indicación que le daba él estaba atento, lo que me recordó cuando mi mamá me enseñó sobre la música.

Desde que apareció Oliver en mi vida había recordado tantas veces a mi mamá que había perdido la cuenta. De alguna forma antes de que muriera me enseñó tantas cosas que ahora agradezco, pero que a la vez me hacían extrañarla.

Cuando empezó a oscurecer, Hope recibió con una sonrisa a su pequeño lobito, Oli corrió hacia ella en cuanto la vio y se fundieron en un hermoso abrazo. —¿Te divertiste?

—Mucho y mamá dijo que quería cantar para ti. —Ahora entendía cuando Lizzie mencionó que no le contara nada con respecto a Hope o él le diría, lo cual me hizo sentir muy contenta por la conexión que tenían los dos.

Hope me miró con un gesto interrogante y yo solo pude pasar mi dedo por su frente para intentar suavizar sus expresiones, mi hijo quiso imitar mis acciones y aprovechó que su mami todavía lo cargaba para poner sus manitas en su rostro.

—Solo debes esperar. —Le dije mientras tomaba el suéter de Oli para después colocárselo. La noche había refrescado bastante y no quería que se enfermara de nuevo.

De camino a su casa, lleve entre mis brazos a Oli, él se mostraba cansado, pero no dejaba de hablar sobre qué tal vez le empezó a gustar un poco más mi música.

En cuanto Hope abrió la puerta, llevé a nuestro hijo hacia su cuarto, lo empecé a cambiar mientras él soltaba pequeños bostezos. El momento del día que más odiaba era cuando debía despedirme de él, aunque quería estar con su mamá, no la quería forzar a qué me recibiera en su casa.

Lo arrope como me había enseñado Hope que le gustaba, como una pequeña oruguita, le deje un beso prolongado en su frente para después irme, pero él me tomó de la ropa impendiéndomelo.

—¿Me puedes contar un cuento? Todavía no tengo sueño. —Con sus manitas tallaba sus ojos intentando no caer dormido, eso delataba su pequeña mentira y yo no me pude negar a darle lo que quería.

Tome su favorito sobre un chico que intentaba descubrir el paradero del tesoro más codiciado del mundo, tal riqueza le pertenecía al pirata más temido, pero que desapareció en circunstancias extrañas.

El cansancio no solo atacó a mi hijo, también me quedé dormida en su cama mientras le leía su cuento. Me desperté desorientada, recorrí toda la habitación con mi mirada hasta que vi a Hope parada en el marco de la puerta.

Ella se acercó y se acostó a un lado de mí, dejé un ligero beso en su cabeza, me quedé unos segundos sin moverme disfrutando el aroma que ella desprendía.

—Sabes muchas veces me imaginé este tipo de situaciones —susurro Hope intentando no despertar a Oli. —No pensé que llegarían a suceder.

—Eso es toda mi culpa, no pude ayudarte incluso cuando traté.

—Perdimos mucho tiempo, cuando pudimos resolverlo juntas.

Solté un suspiro, porque ahora entendía que ella tenía razón. —Me fui por el camino fácil y solo traje más sufrimiento.

Ella golpeó mi estómago, causando que una risa saliera de mí. —No puedes llegar con tus canciones a pedir perdón.

—¿Puedo usar "Me tropecé de arriba hacia abajo con mi locura"?

Se apoyó con su brazo en la cama para poder verme. —Ninguna —dijo mientras sonreía. A través de sus ojos pude ver qué ahí está mi Hope, la que me amaba y me seguía en mis tonterías. —Tendrás que ingeniártelas.

Coloque un mechón rojizo detrás de su oreja y aproveché para acariciar su mejilla, esperando que pudiera dibujar cada detalle de su rostro en mis recuerdos. —No es tan difícil de ver con los ojos cerrados el amor que tuvimos. —Señale a nuestro pequeño lobo, quien estaba profundamente dormido y ajeno a nuestra plática—. Una vez gire a tu alrededor como el mundo y tú bailaste alrededor de mi como el cielo, no quiero ir a casa porque tú eres mi hogar, solo te pido que me des una oportunidad.

Poco a poco disminuyó la distancia entre nosotras, hasta tal punto en que su cercanía me erizaba la piel. —Odio tus estúpidas canciones.

—Es mi única forma de enviar el mensaje que quiero.

—Yo conozco otra manera. —Sus labios sobre los míos estaban envueltos en una danza lenta, pero que aceleraba los latidos de mi corazón, el cuál siempre gritó su nombre sin importar si físicamente estaba lejos de ella.

No me quería separar de ella, pero cuando lo hice tomé su mano donde estaba el anillo que simbolizaba nuestra unión, le dejé un beso prolongado mientras mis ojos no dejaban de observar esa tonalidad azul. —Te amo, Hope.

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